Ser profesora

 No sĂ© muy bien porquĂ© decidĂ­ ser profesora. Fue entre algo que sabĂ­a que debĂ­a hacer y tambiĂ©n algo que me da mucho miedo. Me dio miedo estudiarlo a buenas y a primeras, asĂ­ que tomĂ© el camino largo como siempre digo. Y aquĂ­ estoy. Me llamo a mĂ­ misma profesora y ya no me da vergĂĽenza como antes, pero hoy por hoy me queda un poco grande este tĂ­tulo. Como que no lo lleno, deberĂ­a hacer más, trabajar 44horas, buscar otro trabajo, hacer más cursos, especializarme... pero no me da el cuerpo.

Estoy cansada y un poco chata. Llevo reciĂ©n 4 años de carrera. ¿CĂłmo me voy a sentir asĂ­? ¿QuĂ© queda para cuando lleve 10 años o 15? A veces no sĂ© si lo logre. 

Ăšltimamente pienso que deberĂ­a dedicarme al arte. No porque sea fácil, sino porque es algo que me apasiona. Una amiga una vez me dijo que era muy artista, y desde ese dĂ­a pienso que en algo tiene razĂłn. A veces escrito, dibujo, pinto, bordo, tejo, tomo fotos, leo... pero no soy buena en nada de esto, no al 100%. No soy la más creativa ni la más prolija. ¿Cuándo empecĂ© a pensar tanto en hacer las cosas que me gustan? Antes llegaba y las hacĂ­a. Marlene adolescente y joven era asĂ­. La extraño, esa parte de mĂ­ más artsy. No sĂ© muy bien si esa isla se derrumbĂł o está a punto de caer y las luces están parpadeando en mi interior. 

¿CĂłmo están mis islas? 

¿CĂłmo es la isla de ser profe? ¿CĂłmo está esa construcciĂłn hoy en dĂ­a? Pende de un hilo... o más bien un camino. Extraño el ánimo y la pasiĂłn. Estoy apagada, un poco de invierno. Debo estar llegando a la primavera, y es la Ă©poca más oscura. 

Tengo miedo que se burlen, de ser poco entretenida, de no saber tanto, de ser poco creativa, de ser poco proactiva. He sido irresponsable los Ăşltimos meses, dejando todo a Ăşltima hora, y es que estoy cansada. No veo mucho el punto de trabajar tanto para que el tiempo libre vuele. No soy mi trabajo, pero de alguna forma asĂ­ está construĂ­da la sociedad; pero no quiero acostumbrarme a ella, quiero criticarla y quizás cambiarla, peor no conformarme. PasĂ© 28 años de mi vida conformándome con lo que me tocara. Está bien, no hay problema, yo entiendo, no necesito mucho, hay que agradecer, no me pasa nada, tengo que hacer esto, tengo que hacer aquello, quĂ© pensarán si hago esto, quĂ© pensarán si nunca... quĂ© pensarán si me pongo... pero, ¿quĂ© quiero construir yo? ¿quiĂ©n soy yo?

AsĂ­ empiezo una nueva semana. Estoy en mi crisis de los 29.

En estos dĂ­as ser profesora no tiene mucho sentido. ¿Me escuchan? ¿Me están pescando? ¿Tiene sentido lo que estoy enseñando? ¿Es significativo para los alumnos? ¿Es significativo para mĂ­? 

Nadie cuida de los profesores. Nadie nos ayuda a recargarnos de ideas, de darnos descansos, de pensar en nuestros tiempos. Siempre querremos hacer todo lo posible por nuestros y nuestras estudiantes, pero noosotros y nosotras tambiĂ©n necesitamos ayuda: planificaciĂłn temprana de hitos, comunicaciĂłn efectiva, redes de apoyo, instancias de compartir experiencias, ¡instancias de ocio!: ver una pelĂ­cula, una serie, reĂ­rnos, o simplemente conversar con colegas sobre un tema. Estamos cansados y todos lo ven, pero la máquina no puede parar. Esta máquina que no le da dinero a la sociedad, que es un gasto más que una inversiĂłn, donde hasta pintar las salas es un cacho y un gasto de dinero. Necesitamos dinero, financiamiento para hacer cosas, para contratar profesores, disminuir los alumnos por sala, implementar talleres despuĂ©s de almuerzo. Los jĂłvenes tambiĂ©n se cansan, no pueden estar con la atenciĂłn al 100% toda la semana. Imposible. ¿Por quĂ© le exigimos entonces que sĂ­ sea asĂ­?

¿Y quĂ© pasa al otro lado? Si los estudiantes no están en su mejor ánimo, eso igualmente refleja en tu estado de ánimo como profesor, te quitan las ganas, te replanteas cosas. 

Somos profesores, no agentes de entretenimiento. Por supuesto que clases entretenidas y didácticas son la meta, pero cuál es el oco Ăşltimo de la educaciĂłn? Eso es lo que hay que plantearse, sobre todo en el 2023. La escuela lleva miles de años siendo igual, queremos cambiarla, pero está arraigada en el inconsciente colectivo. 

Lo que más promete la escuela es que si te va bien, tienes buenas notas, vas a la universidad, tu camino en la vida será un poco más fácil, tendrás empleo seguro, un buen sueldo, un buen vivir. Pero hoy en dĂ­a todas esas son promesas falsas, no alcanza con eso, y siempre hay que dar más y más, y nos exigimos, hasta quemarnos en el intento. 

No puedo más. 

Ser profesora es un trabajo. Es mi vocación también, pero ante todo, un trabajo. No es mi vida, si no parte de mi vida. No quiero que sea gran parte de mi vida. Sino, aquello que me permita vivir la mía.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

10 minutos