Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2019

¿Me prestas la chaleca? ¿Y la blusa?

Siempre fui grande y nunca pude con mis amigas realizar el ritual de prestarse ropa porque yo siempre era la más grande de todas, y no sĂłlo de porte, sino que era más pesada tambiĂ©n. Tampoco tenĂ­a hermanas, por lo que heredar la ropa la ropa de mi tĂ­a que es al menos unos 20 años mayor que yo era el mayor consuelo que tenĂ­a a los 15 años.  Pero un dĂ­a sĂ­ pude prestarle mi ropa a alguien.  -¿Me prestas la chaleca? Es que me dio frĂ­o.  En ningĂşn momento me iba a negar, asĂ­ que no necesitabas ninguna excusa ni justificaciĂłn ante tal requerimiento. Te la pase altiro, sin dudarlo, y me dio risa verte en ella, porque a mi me quedaba ajustada, mientras que a ti te quedaba más grande y larga, considerando nuestra diferencia de porte y anchura; podrĂ­a hasta decir que te veĂ­as usando un chaleco de tu mamá, pero te veĂ­as bonita: además estabas usando algo mĂ­o, y algo dentro, al centro de mi pecho empezĂł a cobrar calor.  Eso fue algo que nunca hice, o pude hacer, o...

Ganas de agua

Cuando veo agua me emociono, ya sea un rĂ­o, un lago, la playa o una piscina muy grande. Cuando eramos chicos mi papá nos instaba a permanecer todo el tiempo que quisiĂ©ramos en el agua, y cuando Ă­bamos a la playa mi mamá sin temor se metĂ­a más allá de los lĂ­mites que la marina marcaba en la playa, lo que mi hermano heredĂł. Yo, al contrario, en cuánto al mar le guardo respeto, al igual que a mi papá, asĂ­ que me quedo cerca. A veces vamos por un dĂ­a a la playa, cuando eramos más pobres Ă­bamos por máximo 3 dĂ­as, y un tiempo pudimos darnos el gusto de ir por 9 dĂ­as a las playas del sur de Chile. Tengo la teorĂ­a de que el agua une a mi familia, de que nos sentimos libres allĂ­, sin prejuicios sobre el cuerpo fĂ­sico y sin las preocupaciones que nos trae la vida en la ciudad.  Ahora vi un documental donde el hilo conductor era el agua, y sonaba la lluvia, los rĂ­os, el mar, los remos, habĂ­a un caballero antropĂłlogo al que no le comprĂ© mucho su volá de que habĂ­a compartido con los indĂ­gena...

Sin juzgar

Mi amiga estaba nerviosa. Con la señora B estábamos tomando el trago gigante que habĂ­amos pedido, ese trago cubano tan rico con una cerveza corona, de verdad... gigante. No sĂ© si Ă­bamos en el primero o segundo, pero mientras tomábamos, mi amiga se habĂ­a decidido a hablar. -Me van a juzgar- nos dijo. Con la señora B nos miramos en ese lugar rojizo con la mĂşsica cebolla adock para cantar karaoke. -¡Pero dinos!- dijimos al unĂ­sono. -No nos digas que estái embarazada- dijo una -O que te vái a casar- dijo la otra. -No- y soltĂł su risa nerviosa. -Es que estoy saliendo con alguien mayor, pero onda muy mayor, ni siquiera es guapo o algo, pero me gusta y lo pasamos bien. Con mi amiga nos miramos, nos reĂ­mos y la sujeta que estaba nerviosa no entendĂ­a nada. -¿Eso era todo? ¡Me asustaste weona! ¡No pasa nah! ¿Lo pasái bien?- A lo que la otra asintiĂł- ¡Listo! Es todo lo que importa. Las tres nos miramos en ese momento y nos sonreĂ­mos. Aunque faltaba una en aquella mesa, aunque eramos de l...