Miradas

Un día más en ese trabajo que odiaba un poco más a cada día que pasaba. Se sentaba, prendía el computador, dejaba su café a un lado después de haberle dado unos cuantos sorbos para entrar en calor, dejó su cartera en la silla contigua y su celular al lado del teclado. Un día más en que tuvo que dejar la comodidad de su cama para salir a ganar cochino (y hermoso) dinero. Un día más para verlo a él.

Su rutina era sentarse, cumplir con las labores pendientes del día anterior, realizar el trabajo del día, ir a almorzar con sus compañeras, sentarse de nuevo y esperar a que llegara su trabajador favorito. Para mala suerte suya ahora ya no sentaba frente a ella, sino que atrás, así que verlo sería un poco más difícil.

Hizo su aparción a eso de las 2 de la tarde. Pensó en sacar su espejo, ya que era una escusa perfecta para verlo sin que él se diese cuenta, pero pronto desechó esa idea porque, uno, jefa le mandaría un reto, y dos, que triste sería verlo por un espejo teniéndolo a penas a unos metros de ella. Así que su plan era darse vuelta sin que se diera cuenta.

Empezó lentamente, incluso cerrando sus ojos para sentir su presencia. Siempre vestía bien, y a veces un poco más despeinado, pero siempre ordenado. Hoy vestía una camisa celeste oscuro con una corbata negra con patrones. Esperaba que no se diera vuelta para pasar desapercibida. pero algo salió mal. Él ya la estaba mirando fijamente; él también quería verla.

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