Miradas
Un dĂa más en ese trabajo que odiaba un poco más a cada dĂa que pasaba. Se sentaba, prendĂa el computador, dejaba su cafĂ© a un lado despuĂ©s de haberle dado unos cuantos sorbos para entrar en calor, dejĂł su cartera en la silla contigua y su celular al lado del teclado. Un dĂa más en que tuvo que dejar la comodidad de su cama para salir a ganar cochino (y hermoso) dinero. Un dĂa más para verlo a Ă©l. Su rutina era sentarse, cumplir con las labores pendientes del dĂa anterior, realizar el trabajo del dĂa, ir a almorzar con sus compañeras, sentarse de nuevo y esperar a que llegara su trabajador favorito. Para mala suerte suya ahora ya no sentaba frente a ella, sino que atrás, asĂ que verlo serĂa un poco más difĂcil. Hizo su aparciĂłn a eso de las 2 de la tarde. PensĂł en sacar su espejo, ya que era una escusa perfecta para verlo sin que Ă©l se diese cuenta, pero pronto desechĂł esa idea porque, uno, jefa le mandarĂa un reto, y dos, que triste serĂa verlo por un espejo teniĂ©ndolo a penas a u...