Caminantes
Estaba cansada, pero estaba valiendo la pena porque por fin estaba en un camino que se encontraba expedito, sin ninguna piedra ni ningún riachuelo que me costara cruzar. El bosque se veía lindo y hace varios días que el tiempo estaba de nuestro lado porque cuando había sol este no quemaba mucho, y cuando estaba nublado no estaba aborchornado, si no que al contrario, de verdad estaba nublado y hacía un poco de frío con un poco de calor. Perfecto. En las noches y en el día cada 4 horas, me sentaba un rato al lado del camino para tomar un poco de agua, comer algo decente y cerrar los ojos durante el tiempo que fuera necesario para seguir. Al principio fue fácil, pero en el segundo mes ya estaba cansada y el camino se veía muy cuesta arriba: estuve a punto de rendirme, pero no lo hice. Ese mes fue difícil, no dormía, y si lo hacía tenía muchas pesadillas con el bosque, porque claramente ahí no me acompañaba. En el 4to mes, sabiendo que era lo último de este recorrido por este bosque ...