Espectadora
Siempre he sido espectadora, y lo mejor (o peor) es que me gusta serlo, o me gustaba. Nadie puede negar que no involucrase mucho ni ponerse mucho en riesgo tiene su encanto: siempre estás seguro, nadie te puede hacer daño ni criticar por lo que dices o por cĂłmo te comportas. Puedes pasar meses y hasta años asĂ, pero llega, llega ese momento en el que te cansas, en que quieres explorar, ver y sentir otras cosas.
Claramente no es fácil, pero empiezas con babysteps, uno a uno, de a poquito. Primero lo sientes, te das cuenta, luego de meditarlo por un rato te das cuenta de que saliste un poco de la seguridad que se escondĂa dentro de ti para dejar que las personas desconocidas y hasta conocidas te toquen, te cuenten, te pasen; dejas que las situaciones y los momentos te envuelvan. Te encierras en otro tipo de mundo, y más que encerrarte, es abrirte.
Cuando llevas un tiempo fuera de tu rol de espectador te das cuenta de las muchas cosas que perdiste mientras veĂas tu vida pasar sin cuestionarla, pero despuĂ©s te das cuenta que sin ese perĂodo encerrado viendo tu vida como en un cine no disfrutarĂas la vida como lo haces ahora, no te preguntarĂas lo que cuestionas hoy, porque al final todo llega a su tiempo.
Un dĂa estás caminando por la ciudad, por los lugares que frecuentas cuando te empiezas a dar cuenta de detalles que valen la pena. Sacas fotos, te las sacas tĂş, te fijas en la gente, en tus amigos y ...
Escuchas como alguien te dice hola y te pregunta algo. Te sacas los audĂfonos y ves que es la vida que te pega una visita. Te pregunta como te va y si te gusta lo que has sido capaz de ver hasta ahora. Por supuesto que respondes que sĂ, y le das gracias por su regalo. Ella te sonrĂe y se va dejándote un regalo que podrás abrir despuĂ©s.
Eran sensaciones, las cuales irás volviendo a sentir a medida que pasen los meses, en cualquier dĂa de verano y cuando el sol ya no tenga la misma intensidad que en la tarde, pero que ayudará a pintar bellos colores en el cielo. Eran sensaciones que te harán sentir de nuevo como la protagonista.
Claramente no es fácil, pero empiezas con babysteps, uno a uno, de a poquito. Primero lo sientes, te das cuenta, luego de meditarlo por un rato te das cuenta de que saliste un poco de la seguridad que se escondĂa dentro de ti para dejar que las personas desconocidas y hasta conocidas te toquen, te cuenten, te pasen; dejas que las situaciones y los momentos te envuelvan. Te encierras en otro tipo de mundo, y más que encerrarte, es abrirte.
Cuando llevas un tiempo fuera de tu rol de espectador te das cuenta de las muchas cosas que perdiste mientras veĂas tu vida pasar sin cuestionarla, pero despuĂ©s te das cuenta que sin ese perĂodo encerrado viendo tu vida como en un cine no disfrutarĂas la vida como lo haces ahora, no te preguntarĂas lo que cuestionas hoy, porque al final todo llega a su tiempo.
Un dĂa estás caminando por la ciudad, por los lugares que frecuentas cuando te empiezas a dar cuenta de detalles que valen la pena. Sacas fotos, te las sacas tĂş, te fijas en la gente, en tus amigos y ...
Escuchas como alguien te dice hola y te pregunta algo. Te sacas los audĂfonos y ves que es la vida que te pega una visita. Te pregunta como te va y si te gusta lo que has sido capaz de ver hasta ahora. Por supuesto que respondes que sĂ, y le das gracias por su regalo. Ella te sonrĂe y se va dejándote un regalo que podrás abrir despuĂ©s.
Eran sensaciones, las cuales irás volviendo a sentir a medida que pasen los meses, en cualquier dĂa de verano y cuando el sol ya no tenga la misma intensidad que en la tarde, pero que ayudará a pintar bellos colores en el cielo. Eran sensaciones que te harán sentir de nuevo como la protagonista.
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